Ser el mejor, como todo en esta vida, tiene su lado bueno y su lado malo. El lado malo es querer forzar para seguir siendo el mejor: de ahí los sacks, las intercepciones o la imprecisión en algunos lanzamientos. El lado bueno es tener la confianza suficiente para forzar y seguir siendo el mejor: de ahí pases como el de 44 yardas para el touchdown de Hill. El mejor es Partick Mahomes. Y nos mostró las dos caras de la moneda el pasado domingo.
La cruz llega en el segundo drive con ese dropback infinito en el que acaba recibiendo un sack y perdiendo 30 yardas (a su favor hay que decir que poco antes había hecho algo similar con buen resultado). La cara la vemos en la primera jugada de la siguiente intervención de nuestro ataque: un pase de 37 yardas para Watkins aguantando el balón hasta casi recibir otro sack.
“I want him to keep firing”, decía Andy Reid cuando le preguntaron sobre las intercepciones al terminar el partido. Y Mahomes lo siguió haciendo. Vaya si lo hizo: tras el pase a Watkins llegó la segunda intercepción pero lejos de venirse abajo y empezar a jugar de forma más conservadora (algo muy lógico tras dos intercepciones), la siguiente intervención de Mahomes es un disparo de 21 yardas hacia Kelce para iniciar la remontada.
A partir de ahí llega el torbellino: 30 puntos sin contestación, 30 – 10 en el marcador. Ataque, defensa, incluso equipos especiales, hacen su trabajo con solvencia hasta llegar al último cuarto en el que levantan el pie del acelerador y dejan que Miami se acerque. Pero el resultado final, una vez más, no refleja la contundencia con la victoria.
Muchos se preguntan qué hace falta para ganar a estos Chiefs. Hemos visto a los Chargers hacer un partido casi perfecto para acabar ahogándose en la orilla (vale, es lo que hacen los Chargers…) o a los Patriots frenando a nuestro ataque hasta casi secarlo cubriendo el campo con infinitos defensive backs para al final caer (vale, jugaban con Hoyer…). El domingo nos enfrentamos a unos Dolphins que obligaron a Mahomes a jugar más incómodo de lo habitual. Al principio quiso forzar para seguir siendo el mejor: de ahí los sacks, las intercepciones o la imprecisión en algunos lanzamientos. Pero después tuvo la confianza suficiente para forzar y seguir siendo el mejor: de ahí la victoria.
Por eso yo también quiero que siga disparando.