A falta de partidos a los que apostar (ya llegará el análisis de la SB LV), en este Todo al Rojo me gustaría compartir con vosotros una idea que se ha ido formando en mi cabeza sobre el impacto que están causando los Chiefs en la NFL. No hablamos de resultados o de la calidad de juego. Más bien, de cómo la forma de afrontar los partidos está cambiando el deporte en sí.
Se ha puesto sobre la mesa esta semana desde algunas webs (y en el grupo de whatsapp de ChiefsEsp.es) la duda sobre si podemos hablar ya de una dinastía, o al menos de su inicio, por parte de Kansas. Es un debate lógico después del resultado y el juego mostrado frente a los Bills, donde todas las dudas generadas en temporada regular se fueron de un plumazo, sobre todo las del ataque.
Desgraciadamente, debido a la brutalidad que han hecho los Patriots desde inicios de siglo el concepto “dinastía” ha quedado un poco pervertido. Hasta dentro de mucho tiempo no veremos un equipo con un desempeño similar en cuanto a títulos se refiere. Incluso es posible que nunca veamos nada igual debido a la igualdad que la propia NFL promueve con sus normas.
A eso debemos añadir que hablamos de deporte profesional. Guste o no la grandeza la marcan los títulos, y de momento sólo tenemos uno a falta del partido contra Tampa. Creo que hasta que no veamos un segundo anillo y alguna que otra final de conferencia más no entraremos en ese grupo de grandes equipos que han marcado una época. Al menos en cuanto a palmarés.
Porque en cuanto a juego estoy seguro de que seremos recordados. No por la mente retorcida de Reid en cuanto al playbook. Tampoco por las diabluras que hace Mahomes ni las jugadas grandes de Kelce o Hill. Menos aún por el desempeño extraordinario de la defensa de Spags. Seremos recordados por traer a la liga una nueva forma de jugar.
No hablo sólo de jugarse los 4os downs o de haber perdido el miedo a verse en 3ª&25. Hablo de hacer que un TE se convierta en el 2º receptor en yardas de toda la NFL porque no tienes un WR2 de calidad para jugar en el slot. Hablo de consumir reloj sin tener juego de carrera. Hablo de ser capaces de anotar 21 puntos en un cuarto. O de anotar con un drive de minuto y medio.
Hablo de obligar a todos los rivales a que en algún momento del partido tengan que arriesgar cuando llegan a la conclusión de que no pueden pararnos. De hacer que los ataques rivales salgan al campo con miedo al error desde el minuto uno porque saben que ese error puede ser su sentencia de muerte. Hablo de algo casi tan bueno como una dinastía: el dominio del juego.
Ese dominio ya lo tenemos a día de hoy. Por cómo funciona la NFL será complicado extenderlo en el tiempo pero estoy convencido de que hemos marcado una senda que intentarán recorrer muchos equipos: la de ganar sin buscar las debilidades del rival sino aplastar confiando ciegamente en tus virtudes. Valentía ante todo.
Disfrutemos de esta etapa gloriosa de la franquicia. Ya llegarán los títulos. O no. Pero lo que sí llegará es el día en que miremos atrás con nostalgia por esa magia y ese juego sin miedos ni excusas. Por esa voluntad de ganar cada partido y de hacer historia. Seremos recordados, no tengáis la menor duda.
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