Los Raiders se fuman un puro en el vestuario y celebran la victoria ante los Giants como si fuera una Superbowl. Hill sale tras perder el partido, y el balón decisivo, a decir que la de Dolphins y Chiefs es la nueva rivalidad de la liga. En Minnesota aplauden el último drive de Dobbs como si ya les hubiera metido en playoffs. En Texas hacen lo mismo con el de Stroud. Los Cowboys siguen viéndose como contendientes sin haber ganado todavía a ningún equipo con record positivo. Parece que, pase lo que pase, todos los equipos encuentran algo positivo. Que todos tienen algo que celebrar. Menos nosotros.
Ganar era importante. Para olvidar el desastre del domingo pasado. Para irnos al bye con algo más de tranquilidad antes de que el calendario se complique. Para recuperar las sensaciones de algunos receptores (ese touchdown de Rice, esa recepción de Toney o de Moore). Para demostrar que podemos ganar sin que Kelce sea relevante. Para seguir despertando dudas sobre los Dolphins. Para ver si por fin Hill se calla un ratito. Ganar era importante para muchas cosas, pero también lo era el cómo. Y el cómo no convenció. Por eso no celebramos mucho.
La cautela está justificada: tras un primer drive espectacular el ataque volvió a atascarse. ¿Cuál es su verdadero nivel? La temporada avanza y, al menos yo, quiero ver algo de luz en series como la que abrió la tarde del domingo o el partido que completamos ante Chargers. ¿Sirve esto para obviar todo lo malo que hemos visto y que volvimos a ver ante Miami? Evidentemente no. Por eso, mientras otros equipos celebran, nosotros no lo hacemos.
Somos, una semana más, seed 1 en la AFC: siete victorias, varios desempates a nuestro favor y dos derrotas que, analizando los partidos, podrían no haberlo sido si se hubieran cuidado algunos detalles (algunos balones…). Pero nuestro récord no refleja nuestro juego. Desde luego no el de nuestro ataque: pobre, sin opciones, constantemente rozando el desastre y cayendo en él más de lo que nos gustaría. A priori no parece la mejor receta para ganar en los momentos importantes. ¿Por qué íbamos a celebrar?
Nuestro objetivo es febrero. Hasta ese momento dejemos que sean otros los que fumen puros, hablen de rivalidades y aplaudan drives. Quien celebra último, celebra mejor. Y pasa a la historia.