Dos partidos. Una derrota y una victoria. Los resultados son importantes, pero también lo son las sensaciones. Y en ambos fueron las mismas. Las mismas, también, con las que llevamos conviviendo toda la temporada: las cosas no terminan de funcionar. ¿Hasta dónde puede llegar el equipo atacando así?
Tras mi semana de bye, en la que no sé si alguien habrá echado de menos esto, vuelvo para hablar de algunas cosas.
La primera está clara: tenemos que hablar de Toney. Después del hype creado en la recta final de la temporada pasada y alimentado durante todo el training camp, lo que estamos viendo es peor que decepcionante. De las cinco derrotas que lleva el equipo hay dos que son casi, y digo casi porque siempre influyen más factores, culpa suya: aquel drop en el partido inaugural contra Detroit y el offside que invalidó una jugada que ya no pasará a la historia y metió de nuevo a los Bills en la pelea por los playoffs. Su drop del domingo, por suerte, solo nos costó un poco más de sufrimiento.
Pero no todo es malo en el cuerpo de receptores. Ahora tenemos que hablar de Rice. El rookie se está convirtiendo en el mejor aliado de Mahomes ahora que Kelce vive en una constante doble cobertura para la que nadie parece buscar soluciones. Su presencia en el campo crece partido tras partido: 31% de los snaps jugados en el primer encuentro de la temporada, 92% en el del pasado domingo. Sus números muestran el porqué: 9 recepciones de 9 targets, algunas de ellas para salvar terceros downs clave, 91 yardas y un touchdown en un jugada de fantasía en red zone que, por fin, funcionó. Receptor uno desde ya.
También habría que hablar de la defensa: tercera en puntos permitidos, con tan solo 17.5 por partido, según TeamRankings. Solo por detrás de San Francisco y Baltimore. Este año, los chicos de Spagnuolo son los que están manteniendo al equipo, dando oportunidades una y otra vez al ataque. La línea consigue generar presión, el cuerpo de linebackers sigue rindiendo bien y la secundaria, con un Sneed jugando a un nivel increíble, hace que los equipos se piensen mucho jugar por aire: somos la quinta defensa en yardas de pase permitidas según TeamRankings.
Hay mucho que cambiar, mucho que mejorar. Pero algo estaremos haciendo bien cuando tenemos la división a un partido y, aunque sea complicado, todavía podemos ser seed 1. Quedan tres partidos: uno contra un equipo que está luchando por mantener su puesto en playoff, peligroso, y dos divisionales ante equipos que ya no se juegan nada, mucho más peligrosos. Ganar los tres despejaría dudas. Perder alguno, algo que es posible, dejaría al equipo con muchas más dudas de cara a playoff. Con la sensación de que este no es nuestro año. Aunque también sentíamos lo mismo el año pasado y no acabó nada mal.