Llegamos al penúltimo Todo al Rojo de la temporada. No ha sido fácil estar en este punto del año con posibilidades reales de ser campeones, aunque el récord del equipo diga lo contrario. El buen juego apareció por fases demasiado intermitentes y se creó la duda de por qué ese desempeño: ¿desidia o incapacidad? El partido contra Browns tenía que despejar esa duda y vaya si lo hizo. Alegría como aficionado, tristeza como apostador.
La línea elegida era CLE +6,5 en la primera mitad, y estuvo cerca. A centímetros. Hasta que “Dirty” Dan Sorensen hizo honor a su mote con un targeting de libro para forzar el touchback de Higgins cuando quedaba poco más de minuto y medio para llegar al descanso. Una pena pero este equipo se caracteriza por ganarse a pulso una nueva oportunidad, como lo será el próximo partido contra Bills.
Es un éxito mayúsculo haber llegado a nuestra 3ª final de conferencia consecutiva, sobre todo teniendo en cuenta que solamente un equipo lo había hecho hasta ahora: los Eagles de 2000 a 2004 entrenados por ¡oh, sorpresa! Andy Reid. Con ellos su record fue 1-2 y como HC del #ChiefsKingdom es de 1-1. Con un plus: todas las finales en esta nueva etapa han sido en Arrowhead.
El próximo domingo nos rinden visita los Bills y son el peor rival posible por juego, por “momentum” y por estado de forma. Lo más preocupante es que llegan con la sensación de que este es su año, algo parecido a cómo llegamos nosotros a la final contra Titans del año pasado. La forma en la llegaron hasta aquí, demostrando que pueden ser muy intensos en defensa y muy resolutivos en ataque me hace ser cauto.
Afortunadamente podremos contar con Mahomes tras haber pasado el protocolo de conmociones. Una baja de nuestro MVP y el partido estaría claramente del lado de Búfalo. Aunque no esté al 100% (la lesión del pie me preocupa más que el golpe en la cabeza) su presencia se antoja crucial para poder tener opciones de ganar un billete a Tampa para el 7 de febrero.
Somos equipos mucho más parecidos de lo que podría parecer a simple vista. Ambos con QBs móviles y con gran brazo sobre el que pivota el ataque, ambos plagados de playmakers que complementan a esos QBs y ambos también con defensas muy oportunistas. En la jornada 6 ya nos vimos las caras pero los Bills pasaban por un bache de juego, por lo que no es un antecedente que nos de muchas pistas.
En ese partido abusamos del juego por tierra hasta acabar con 245 yardas, aunque nos aprovechamos de la ausencia de Milano. No podremos tener el mismo desempeño ni de lejos visto cómo ajustaron contra Colts y contra Ravens (2 ataques terrestres muy superiores al nuestro) así que la clave estará en explotar lo que sabemos hacer mejor que nadie. Lo malo es que Bills tiene armas como para intentar jugar a lo mismo que nosotros.
Cuando ataquemos, la clave estará en encontrar nuestro ritmo. Hasta la lesión del pie de Mahomes sí parecía que volvíamos a ser esa máquina perfectamente engrasada que anota las veces necesarias, con muchas variantes en el playbook y la participación de nuestros jugadores clave por lo que debemos intentar mantener esa dinámica y no permitir que Bills nos ralentice.
Precisamente ahí está la desventaja de ser equipos demasiado parecidos: la defensa de Bills entrena cada semana con un QB “similar” a Mahomes por lo que podrán prepararse mejor que contra otros equipos. A eso hay que sumarle los skill players que tienen tanto en el cuerpo de LB como en la secundaria: Edmunds, Poyer y White. Gente muy capaz de darle una mala tarde a Kelce, Hill y compañía.
La moneda siempre tiene dos caras así que también podemos aprovecharnos de esas similitudes entre Mahomes y Allen. Nuestra defensa se caracteriza por dejar jugar, a veces demasiado, y por ser bastante endeble en red zone (permitimos TD en un 77,5% de las visitas a nuestra zona de anotación).
Debemos estar muy concentrados y no sólo para evitar anotaciones rápidas. Diggs ha hecho una temporada para enmarcar y será el socio favorito de Allen. El trabajo de Sneed y de Mathieu se antoja crucial para hacer que Allen tenga que buscar a Beasley o a Davis. Si le obligamos a que tenga que jugar con la segunda o tercera lectura, punto para nosotros.
Aunque la llave del partido podría estar en la presión que ejerzamos sobre su OL, su peor unidad. Colapsar el pocket desde las esquinas y obligar a Allen a que lance incómodo tiene que ser nuestra prioridad. Cuanto menos se mueva y más rápido se deshaga del balón, más facilidades para que acabe cometiendo errores. El equipo que consiga provocar más turnovers se acabará llevando la victoria.
Es un partido complicado de cara a apostar. Los partidos de playoffs de la NFL son los más analizados en el mundo de las apuestas, por lo que las líneas están tremendamente ajustadas y es muy difícil encontrar el valor. En el momento en que escribo Kansas es favorito por 3,5 y el total está situado en 54 puntos.
Preveo un partido de ida y vuelta en el que los ataques acabarán encontrando formas de anotar de manera bastante fluida. El desempeño de ambas defensas será crucial para determinar al ganador, pero no las veo capaces de frenar a dos de los ataques más consistentes que hay a día de hoy. Me inclinaría por las ALTAS de 54.
¿Mi pronóstico? Chiefs 30-27 Bills. El trofeo Lamar Hunt se quedará en la que es SU casa por segundo año consecutivo y sentaremos las bases para la próxima dinastía de la NFL. ¿Demasiado optimista? Quizás, pero llegados a este punto el cielo es el límite. Y afortunadamente, ya hemos recorrido ese camino.
¡GO CHIEFS!