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Gonzalo

 

Terminado el partido contra Houston, se dio inicio a una de las semanas más tensas y extrañas para la nación Chiefs.

 

Súbitamente, comenzamos a darnos cuenta de que, realmente, se estaba a tiro de cañón para lograr lo que ningún otro equipo de football americano había logrado: Ninguno de los otros siete equipos que habían estado en posición de lograr el tricampeonato había alcanzado siquiera llegar a su tercer SB consecutivo y tres de esos equipos (Steelers, 49ers y Cowboys) habían caído en la final de conferencia.

 

Los Kansas City Chiefs habían logrado, al menos, igualar a estas tres franquicias y ahora se presentaba la gran oportunidad de superar este escollo y transformarse en el único bicampeón de la era del SB en alcanzar el partido final.

 

Claro está, para llegar al SB había que ganar a los Buffalo Bills

 

Los Bills eran, de acuerdo con su récord de temporada, el segundo mejor equipo de la AFC y, para no pocos de los denominados “analistas”, el mejor equipo en cuanto a juego. Una ofensiva poderosa comandada por el (merecido) candidato a MVP Josh Allen, quien sorprendió a muchos con una campaña que puede considerarse como la mejor de su carrera (pese a perder a sus mejores armas como Diggs y Davis) y con un coordinador como Joe Brady que le dio balanceo a esta ofensiva, enfatizando el juego terrestre con un incontenible (y subvalorado) James Cook y haciéndola menos dependiente de los esfuerzos hercúleos de su QB para mantenerse competitivos. ¡Ah! Y fueron los únicos que derrotaron, de forma clara, a los titulares de los Chiefs durante la temporada regular. 

 

Sumemos a esto las dudas razonables acerca de nuestro propio equipo:

 

  • ¿Podría nuestra, hasta cierto punto, improvisada OL proteger adecuadamente a Mahomes?
  • ¿Dónde están nuestros WR, que no se llaman Xavier Worthy, que tuvieron la friolera de 0 (CERO) recepciones contra Houston?
  • ¿Podremos contener ese tándem de carrera que son Cook y Allen?
  • ¿Podrá nuestro pass rush superar a una de las mejores OL de la NFL?
  • ¿Seremos capaces de marcar más de 30 puntos, algo que no hemos logrado durante toda la temporada?
  • ¿Queda algo en ese, supuestamente, inagotable playbook ofensivo de Reid que, a estas alturas, parece ser mítico?

 

No hablemos ya de toda la farándula arbitral que inundó los medios y redes sociales, poniendo a los Chiefs, especialmente a Patrick Mahomes, en el centro de este incontrolable y dañino torbellino mediático. La mesa parecía servida. La tensión se sentía en las redes y la presión sobre KC parecía insostenible.

 

Pero parece que nadie les dijo esto a los jugadores de KC.

 

Desde la primera jugada del partido el equipo se mostró totalmente enfocado. Un equilibrio perfecto entre el saberse capaces, porque ya se ha estado aquí antes, y la entrega física y mental ya que nada puede darse por sentado. Casi una declaración de principios tanto de la defensa, con un 3&out con dos casi-intercepciones de Brian Cook, como del ataque, con una perfecta orquestación de un primer drive de nueve jugadas para avanzar noventa yardas y culminar con un TD del hijo pródigo de KC, Kareem Hunt. Dos drives que nos dijeron que íbamos a disfrutar nuevamente de ese clásico instantáneo en que se ha transformado este duelo: un partido para gozar.

 

Y un partido para sufrir. A pesar de ser el mejor partido de KC en la temporada, este distó de ser perfecto: en el segundo drive todos sentíamos que nos encaminábamos a una nueva anotación; la defensa de Bills parecía no tener respuestas a un plan de juego perfectamente ejecutado por su ofensiva.

Esto, hasta el fumble de Mahomes al intentar una RPO con Pacheco. Este error probó ser costoso en su momento, toda vez que permitió a Buffalo adelantarse en el marcador por 10 a 7, en un instante en que se sentía más cercano un 14 a 3 a favor de Chiefs.

 

Durante estos playoffs, el diferencial de entregas había probado ser un predictor exacto acerca de quién ganaba el duelo y Bills vivía de aprovecharse de los errores del contrario. Sin embargo, los dirigidos por Reid no se vieron afectados por este error y prontamente retomaron el control del partido marcando 14 puntos sin respuesta. Pese a esto, igualmente Buffalo respondió con un gran pase de Josh Allen en las postrimerías de la primera mitad.

 

El tercer cuarto fue el de mayor sufrimiento: se dio la tónica que ha sido todo el año. Un tercer cuarto deficiente de KC y eficiente de Bills. Con todo, la ventaja de Bills sólo llegó a ser de un punto debido, en parte, a los intentos fallidos de intentar lograr en dos oportunidades la conversión de dos puntos por parte de McDermott (decisiones cuestionables en mi opinión).

 

Y llegó el último cuarto: Ese cuarto de magia que, durante todo el año, ha visto a Mahomes ser el mejor QB de la NFL. Es en esos momentos cruciales donde los jugadores se separan entre competentes, que se esfuerzan por superar esos momentos, y los que pertenecen a la élite, que parecen disfrutarlos, sabedores que la grandeza se aprecia, por quienes la observan, por lo que sucede en las últimas escenas de una obra o en las páginas finales de un libro. Una obra que concluye con ese pase final a Perine que lleva a la formación de la victoria. 

 

Este es un tiempo único en la vida de los hinchas de los Kansas City Chiefs. Estamos viendo cómo nace y se hace la historia en este deporte y es un momento para reconocerlo y disfrutarlo. Esto es extensivo para todos los fans de este deporte. Independiente de lo que pase en el próximo SB, estamos leyendo las páginas finales de esta temporada y los Chiefs están acudiendo a su cita con la historia.

 

Cosas que hemos podido aprender de este partido:

 

  • Todas las unidades del equipo aportaron al triunfo: Un ataque efectivo, rápido, variado y eficiente en zona roja; una defensa que, pese a tener problemas en el tercer cuarto, supo defender adecuadamente y contener a Josh Allen y unos equipos especiales que vieron nuevamente a Remigio brillar (y sin balones sueltos).

 

  • La OL tuvo un desempeño por sobre lo esperado: Es verdad que tuvo apoyo esquemático con pases rápidos por parte de Mahomes y con la movilidad del bolsillo pero el desempeño de la línea se vio sólido en gran parte del partido; un rendimiento muy superior a lo mostrado frente a Houston.

 

  • Kareem Hunt se consolida como el RB1: Kareem se ha visto muy motivado en su vuelta a Missouri y en este partido aportó 67 yardas por tierra y un TD. Se nota que está disfrutando el momento.

 

  • Los WR derrochan generosidad: No hay jugadores más egoístas en la NFL que los WR. Sin embargo, esa no es la realidad de KC. Tanto DeAndre Hopkins como Marquize Brown han aceptado y abrazado el rol que el momento les exige. Si hay que bloquear, se bloquea. Si hay que recibir, se recibe. Y si hay que alentar desde el costado de la línea, pues se hace.

 

  • Marquize Brown tuvo un primer drive de antología, con dos recepciones corriendo rutas en las zonas intermedias (con una slant y una cross). Brown se muestra como un arma confiable en esas zonas del campo jugando contra marcaciones personales, lo que representa un gran aporte para Mahomes bajo este tipo de esquemas. Hollywood sigue en deuda, en todo caso, en las rutas profundas.
  • Si Brown se alza como un arma frente a esquemas de marca personal, JuJu aparece como una solución alternativa a Kelce para esquemas zonales. Smith-Schuster tuvo 2 recepciones para la friolera de 60 yardas.

 

  • Samage Perine es el nuevo Jerick McKinnon: No es utilizado con tanta frecuencia pero cuando se necesita alguien que cierre un partido con un acarreo o pase, Perine aparece como la alternativa más confiable desde el backfield.

 

  • Lo de Steve Spagnuolo es de locura: Salvo en el tercer cuarto, su unidad logró controlar al peligroso Jared Cook. Pero lo más destacable es que controló casi a la perfección a Josh Allen y su juego terrestre. Las jugadas de corto yardaje (tush-push) fueron neutralizadas hasta la perdición de Buffalo.

 

  • Otro aspecto muy destacable del planteamiento de Spags es el uso criterioso del blitz. La última jugada ofensiva de Bills es arruinada gracias a la creatividad en el cornerback blitz, disfrazándolo completamente y engañando a Allen en su lectura pre-snap.

 

  • Hay veces que las estadísticas y los números no reflejan el rendimiento de un jugador en cancha y de cómo éste afecta el juego contrario. George Karlaftis es el perfecto ejemplo de ello. Si tiene usted la oportunidad de ver nuevamente el partido, preste atención al griego y como estuvo permanentemente en la cara de Josh Allen.

 

Con su victoria sobre Bills, los Chiefs alcanzan un total de 9 triunfos consecutivos en playoffs. Con esto se logra alcanzar a los Green Bay Packers de los años 60 y sólo los Patriots de Tom Brady tienen más triunfos consecutivos con 10. Eso sí, los Chiefs son los únicos que tienen esta racha en años consecutivos (los Patriots, por ejemplo. lo lograron en los años 2001, 2003, 2004 y 2005. El 2002 no llegaron a playoffs). Y, por cierto, ningún equipo en la historia de la NFL había alcanzado a llegar a 5 SBs en un lapso de 6 años.

 

Ahora, es momento de celebrar y de esperar a un nuevo SB.

 

Nuestros muchachos no descansan en febrero, y nosotros tampoco.

 

¡Go Chiefs!

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